sábado, 28 de noviembre de 2009

CAMBIO CLIMATICO EN NUESTRA VENEZUELA

El envío del prof. Geigel Lope-Bello del artículo sobre el liderazgo de
Brasil con respecto al cambio climático debe llamarnos a una seria
reflexión sobre lo que está haciendo o dejando de hacer al respecto, en
Venezuela.

Varias lecturas tiene esta noticia. Una, que Venezuela está rezagada de
manera importante en la región, no solo con relación al tema de cambio
climático, sino en calidad ambiental general: el fracaso estrepitoso en
el manejo de los desechos a escala nacional, es apenas la facie mas
visible del deterioro ambiental generalizado que ha transformado al
territorio nacional en un basurero a cielo abierto de casi un millón de
kilómetros cuadrados. Las consecuencias de esta situación trascienden lo
físico-natural, para incidir sobre la salud de las personas y sobre los
costos asociados a su atención.

Otra lectura es que mientras perdemos aprecio y espacio en la arena
internacional, por el efecto nefasto de irresponsables y criminales
llamados a guerra y de una política externa plagada de errores y metidas
de pata a escala global, países de la región - sin los ingentes recursos
petroleros de que dispone Venezuela - como Chile, Uruguay y Costa Rica,
entre los mas destacados, invierten su tiempo, sus mejores cerebros y
sus relaciones internacionales, en aprovechar las bondades estratégicas
que brinda el ocuparse del cambio climático, accediendo a diversos
mecanismos financieros y de inversión en ambiente, que les ha permitido
prepararse mejor, por ejemplo, frente a los desafíos de un clima cada
vez mas seco con alto potencial para reducir la capacidad de generación
de electricidad.


Venezuela no cuenta con una política sobre cambio climático, lo cual nos
debilita políticamente en el escenario regional de Latinoamérica. Nos
salimos de la Comunidad Andina de Naciones y quedamos fuera de la
iniciativa de la CAN sobre cambio climático. Nos hemos negado de forma
irracional y estúpida con argumentos ideológicos que sólo denotan
ignorancia sobre el tema, a sacarle provecho a los Mecanismos de
Desarrollo Limpio (MDL), una facilidad derivada del Protocolo de Kyoto
(ratificado por Venezuela), que otros países de la región (Colombia,
República Dominicana, Panamá entre otros), si han aprovechado para su
beneficio.

No contar con una política sobre cambio climático, además de conformar
un incumplimiento de nuestro país a su compromiso con la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), es una
falta grave del gobierno que viola la Constitución Nacional, potenciando
nuestra vulnerabilidad ante amenazas ambientales de naturaleza
climática, comprometiendo la seguridad ambiental del territorio nacional
y generando grandes incertidumbres sobre el desarrollo futuro de la
nación.

La Universidad tiene la responsabilidad de advertir al gobierno y a la
sociedad sobre las consecuencias de no atender de manera concreta los
problemas ambientales derivados del cambio climático, los cuales se
suman al deterioro ambiental generalizado que padece el país. A la vez,
tiene la responsabilidad de orientar y proponer soluciones que ayuden a
solventar, aliviar y evitar mayores problemas ambientales.

El papel de las universidades en la formación de profesionales con
conocimiento y conciencia ambiental, no sólo en cambio climático, debe
movilizar a la comunidad académica a emprender cambios estructurales en
todos los programas de todas las carreras, si queremos que nuestros
egresados, además de contar con un valor agregado que en el siglo XXI
definirá su inclusión en el mercado laboral - nacional e internacional -
estén también, debidamente capacitados para comprender y formular
soluciones efectivas a los problemas ambientales del país.

Saludos
Prof. Alicia Villamizar

Gravemente herida la cuenca del Caura



Hasta hace poco la cuenca del río Caura era considerada como una de las pocas cuencas del mundo con una superficie tan extensa (4.587.000 ha) que aún estaba en condiciones relativamente prístina.

Está cualidad se está perdiendo debido a la reciente intervención minera ilegal en las cabeceras del río Yuruaní, afluente del río Caura, con la finalidad de extraer oro aluvional, para lo cual talan y deforestan el bosque en dimensiones mayores a 3 ha por cada corte minero, utilizan motobombas que cortan la tierra a presión y lavan completamente los suelos, descargando el material mezclado con grandes cantidades de agua directamente al curso del río Yuruaní, el cual cambió su color de aguas algo oscuras pero transparentes a completamente amarillo con alta carga sólidos en suspensión.

Para agravar el ecocidio, los mineros están usando mercurio indiscriminadamente para atrapar el oro en los implementos que utilizan para decantar el metal, cuyos restos se mezclan con las aguas y lodos con las graves consecuencias a futuro para la ictiofauna y el resto de la cadena trófica que ya todos sabemos. En esos bosques abundaban las dantas, paujíes, báquiros, venados y otros animales importantes para la sobrevivencia de los pueblos indígenas de sus alrededores.

En varias oportunidades las comunidades indígenas han denunciado esta intervención completamente ilegal y las consecuencias que les está trayendo al no poder contar con el río Yuruaní y sus alrededores para labores de caza y pesca de susbistencia y uso del agua para consumo humano, sin contar la degradación social ocasionada por la corrupción que se forma en la mina por la introducción de alcohol, drogas, vandalismo y prostitución.

Para llegar a la mina los mineros utilizan el Campamento El Playón, otrora paraíso para turistas nacionales e internacionales atraídos por la belleza del lugar, el Salto Pará y la paz y tranquilidad, pero actualmente es un sitio de anarquía, desorden, corruptela, alcohol, equipos de sonido a todo volumen. Ya no se ven turistas que suban al Salto o comprando artesanía indígena, las churuatas para alojar turistas están vacías y los antes operadores turísticos están transportando a los mineros a precios mucho más altos.

Lo más triste del grave problema ambiental y hasta político y social que se está creando es que en la mina se encuentran trabajando personajes importantes del Municipio Sucre como Tino Avilés dueño de una pollera y aspirante a Alcalde en las elecciones pasadas y José Guillén, dueño de la emisora de radio del pueblo y quién hace 2 años denunció públicamente al entonces Alcalde Juan Carlos Figarella de haber iniciado la bulla minera.

Estas personas suben a la mina con la complicidad de las autoridades locales de las Fuerzas Armadas Nacionales, quienes cobran a los mineros y sus mafias hasta 50 gramos de oro al mes por equipo. En Maripa se respira prosperidad urbana en las calles, han aumentado los comercios y la buhonería, pero también los precios, por ejemplo, una caja de 12 litros de aceite de motor fuera de borda que cuesta en Ciudad Bolívar 155 Bs F., en Maripa cuesta 300 Bs F.

La gasolina antes de la minería se vendía libremente y al precio normal de cualquier localidad lejos de las fronteras. Ahora está regulada y los indígenas y pescadores artesanales deben registrar sus motores y curiaras para recibir un cupo que les permite comprarla en 0,13 Bs F el litro, a precio de uso industrial, mientras que en el mercado negro el precio es 5 veces mayor.

La delincuencia, las drogas, la prostitución y el paludismo casi no existían en la zona antes de la minería. Hoy nos debemos preguntar si gracias a la mina del Yuruaní hoy tenemos de verdad prosperidad y si vale la pena cambiar un puñado de oro por envenenar uno de los principales recursos hídricos que pudieran utilizar nuestros hijos como fuente de disfrute natural, energía, agua dulce, pesca y fármacos.


Así es el Caura aguas arriba de la boca del Yuruaní. Igual era el Yuruaní antes de la minería.



Hacia la parte baja de la foto se observan las aguas oscuras del río Caura y arriba y al fondo el color amarillento actual del Yuruaní.



Poco a poco se van mezclando las dos aguas, contaminado el Yuruaní al Caura con sedimentos en suspensión, mercurio y restos de combustibles y lubricantes



El Yuruaní ya no sirve para tomar agua dulce ni para la pesca, se muere y con él se lleva muchos recursos.



El yuruaní se abre paso en su agonía por la aún tupida selva.



Vista área de la mina cerca del Cerro Camarón, Alto Yuruaní, aún incipiente pero muy dañina, como una pequeña mancha en la selva pero como una mortal herida para la cuenca del Caura.